
El 94% de las ciudades del país ha perdido población nacional en el último decenio.
El precio de las casas y la proliferación de pisos turísticos, los expulsa.
«Se pierde lo que los hace especiales», avisan los expertos.
Es en los centros de las ciudades donde la cultura y la identidad española se forjaron. Dentro de las murallas de Ávila, con la aportación de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, se cultivó parte del Siglo de Oro. Entre el callejeo madrileño de la Puerta del Sol, la chocolatería San Ginés y la Plaza Mayor, Valle–Inclán desarrolló el esperpento en Luces de Bohemia, cuya ruta de Max Estrella se puede hacer hoy día. En el centro de Burgos se encuentra una obra de arte pionera del gótico. En su catedral está enterrado el Mío Cid. En el sur de España, se halla una de las cunas del flamenco, Triana, en Sevilla. Todos estos lugares comparten dos cosas. La primera de ellas ya se ha descrito, el germen de la cultura del país. La segunda, cada vez menos españoles viven en ellos.
Este nuevo fenómeno demográfico lo ha comprobado El Mundo en un análisis de datos de los padrones de las capitales de provincia y las dos ciudades autónomas en el periodo 2014–2024. Si bien es cierto que la población de España crece poco a poco, son los ciudadanos de origen extranjero quienes hacen posible que la demografía de estas ciudades tenga pendiente positiva.
Estadísticamente, en 32 de las 52 capitales de España (61,5%) se ha perdido población de origen nacional en el último decenio. Sin embargo, este fenómeno es todavía más evidente al poner la lupa en los centros de estas ciudades: los españoles se han marchado en 49 de los 52 puntos más céntricos de las urbes (94%). Solo en Palma de Mallorca, Cáceres y Gerona la población española ha aumentado en sus centros urbanos.
Mientras tanto, en el resto de ciudades, la población nacional abandona los núcleos históricos y se muda a las zonas periféricas. Uno de los casos más representativos es el de Madrid. Allí, los distritos más céntricos (Centro, Chamberí, Retiro y Salamanca) se pintan en rojo por su descenso nativo. Mientras tanto, la parte periférica se pinta de azul por su crecimiento español poblacional.
FUENTE: EL MUNDO