
Miles de inquilinos no quieren asumir el alza de la mensualidad y aprietan los precios.
A Lucía está a punto de vencerle el contrato de alquiler tras cumplir los cinco años que marca la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) para que el pacto entre propietario e inquilino se pueda extinguir. A partir de ese momento (siete años en el caso de que el propietario sea una persona jurídica) el casero puede elegir entre recuperar su vivienda, prorrogar de manera anual hasta un máximo de tres años el actual alquiler o hacer un nuevo contrato con el mismo inquilino y así poder exigirle una renta mayor.
Esta última opción es la que el casero le ha ofrecido, solo que la renta mensual que le propone varía de los 780€ que abona ahora a los 1.150€, un 45% más. Ante esa tesitura y viendo que los alquileres en la misma zona son incluso más elevados, Lucía ha decidido claudicar ante los precios imposibles del alquiler y probar suerte junto a su pareja en el no menos saturado mercado de compraventa.
Es una de las principales consecuencias que está derivando de lo que se conoce como 'la gran revisión' que no es otra cosa que la caducidad de los más de 300.000 contratos que se firmaron tras el Covid-19. Ahora, ese trasvase de demanda amenaza con apretar las costuras del mercado de compraventa que ve como el nuevo aliciente -junto al mejor momento hipotecario por la bajada de tipos- está disparando la demanda de los jóvenes para comprar a niveles no vistos en mucho tiempo.
Según datos de Tecnocasa proporcionados a ABC, el interés de los jóvenes menores de 35 años en comprar vivienda ha repuntado al 30% en los últimos meses desde el 26% del año pasado. «De esos jóvenes, el 96% no ha vendido una vivienda para comprar otra, es decir, que o estaban alquilados o vivían en casa de sus padres», puntualiza Lázaro Cubero, director de análisis de Tecnocasa.
El experto también incide en que la ratio de compradores por cada casa que sale al mercado se ha disparado en los dos últimos años hasta más que duplicarse desde los 3,11 interesados por piso que había en 2023 a los 7,14 que se perfilan ahora. Es un factor que hace de muro para que el precio de la vivienda pueda retroceder.
FUENTE: ABC